miércoles, 7 de febrero de 2018

Arte helenístico

El arte helenístico, denominación historiográfica con la que se etiqueta el arte del período helenístico (desde finales del siglo IV a. C. hasta la época imperial romana), ha sido víctima durante mucho tiempo del relativo desprecio con que la crítica de arte lo había considerado («Cessavit Deinde ars» -«y luego el arte desapareció»-, sentenció Plinio el Viejo -Naturalis historia, XXXIV, 52- tras describir la escultura griega de la época clásica). Sin embargo, muchas de las más importantes obras de arte griego pertenecen a este periodo (el Altar de Pérgamo, el Laocoonte y sus hijos, la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia, etc.)

Un diferente enfoque estético, y descubrimientos recientes, como las tumbas de Vergina, han permitido una mejor comprensión de la riqueza artística de esta época.

Pintura y ceramica en la antigua grecia

Pintura

Son pocos los ejemplos de pintura mural griega que han perdurado a través de los siglos. Durante mucho tiempo sólo podía verse la herencia helenística en los frescos romanos, por ejemplo, en los de Pompeya o Herculano. Algunos mosaicos, copias de frescos, dan una buena idea de la gran pintura de la época helenística. Así, el famoso mosaico de Alejandro de la Casa del Fauno en Pompeya, que muestra el enfrentamiento del joven conquistador con el Gran Rey Darío III en la Batalla de Issos, es una copia de una obra descrita por Plinio el Viejo (XXXV, 110) como pintada por Filoxeno de Eretria para Casandra de Macedonia al final del siglo IV a. C. Se pueden apreciar la elección de colores, la composición del conjunto en movimiento y la expresividad de los rostros.

Los recientes descubrimientos arqueológicos realizados en particular en el cementerio de Pagasas (actual Volos), en las orillas del Golfo Pagasético o en Vergina (1987), en el antiguo reino de Macedonia, han sacado a la luz obras originales. En la tumba llamada de Filipo II se ha encontrado un gran friso que representa al rey cazando un león. Destaca por su composición, la puesta en escena de los personajes en el espacio y por la representación realista de la naturaleza.

viernes, 2 de febrero de 2018

Tetrapharmakos (El tetrafármaco)

El tetrafármaco (Tetrapharmakos) era un antiguo remedio griego, usado también más tarde por los romanos, formado por cera amarilla, resina de pino, colofonia y sebo de carnero. Estas cuatro sustancias se mezclaban creando uno de los ungüentos que se depositaba en las heridas abiertas, con el fin de facilitar la supuración de sustancias dañinas para el cuerpo.

Basándose en esta cura, el filósofo griego Epicuro diseñó el remedio para conseguir la vida más feliz posible, lejos de todos los miedos. Esto es algo que han hecho muchos otros filósofos a lo largo de la historia (como ya comenté sobre Bertrand Russell en La naturaleza de la felicidad), pero Epicuro fue uno de los primeros, y posiblemente el que lo hizo del modo más simple.

El primer ferrocarril español: La Habana-Güines

En España en 1837, se abrió el que fue el primer ferrocarril español, fue en Cuba. Desde la escuela se enseña que el primer ferrocarril español fue el de la línea Barcelona-Mataró, sin embargo, si hemos de ser precisos, en esa época Cuba no era una colonia, sino una provincia de pleno derecho en el marco del Estado Español, por lo que sería la línea La Habana-Güines la primera construida en nuestro país.

Mencionado el caso cubano; Cuba era por entonces parte de España, y nadie dudaba de ello, de hecho y a pesar de las guerras de independencia del resto de colonias, a mediados del siglo XIX se veía lejano que algo así pudiera pasar en Cuba o en Puerto Rico. El desastre de 1898 vino a convertirse en una pesadilla que hizo cambiar de manera radical aquella ingenua visión de la España del otro lado del océano.

Sobre el origen del ferrocarril

Mover mercancías o pasajeros de un lugar a otro ha supuesto todo un desafío para la tecnología humana desde la noche de los tiempos. Llevar carga conlleva un consumo de energía que, muchas veces, es prohibitivo. Por ello, el uso de bestias de carga se generalizó muy pronto, pero incluso con ellas quedaba claro que era necesario algo más.

Contar con caminos adecuados también era vital pero, de nuevo, ¿por qué no ir un poco más allá? En la Grecia del siglo VI a.C. entró en funcionamiento un camino muy especial. Se trataba del diolkos, un camino de piedra en el que se excavaron dos surcos a modo de raíles como en nuestros ferrocarriles, separados entre sí cerca de metro y medio, curiosamente una medida muy similar a la que hoy día se puede encontrar en muchas vías de tren del mundo. En un primer momento se pensó en crear un canal para sortear el itsmo de Corinto, y así pasar naves marítimas entre el golfo de Corinto y el Sarónico. Ese canal llegaría con el tiempo (mucho en realidad, pues el canal de Corinto no fue abierto hasta 1893), pero mientras tanto, y durante siglos, se transportaron las naves rodando entre los dos surcos de piedra. El diolkos es considerado un precursor muy primitivo de los ferrocarriles, una idea, la del transporte con carriles, que vio otros ejemplos en diversas obras a lo largo del mundo, ya fuere con caminos de madera o bien con primitivos tranvías de tracción animal.

jueves, 1 de febrero de 2018

Evitar el lavado de cerebro

A los “poderosos” les interesa bombardear con muchas informaciones, lo más superficiales posibles, porque así logran que la gente piense en lo que ellos quieren.

El 5to Poder, del que en realidad dependen los demás: es la Gente. A la gente tratan de manipularnos con métodos “efectivos” y antiguos: mentirnos utilizando un mínimo de verdad, reproduciéndolas por los medios para que lleguen a ser creídas por todos, generando opiniones prefabricadas que posibiliten a los mismos políticos mantenerse en el poder, saqueando al país, viviendo de los demás, haciéndonos vivir cada día peor.

Sin embargo, podemos hacer que no nos manipulen más. Evitando el lavado de cerebros y potenciando nuestras fuerzas, aquellas que se esfuerzan en menguar fomentando la apatía y la frustración, el no creer en nada ni en nadie, para que así todo siga igual a favor de los mismos políticos con sus mismas políticas.