viernes, 2 de junio de 2017

Historia de la Reina María Cristina Borbón Dos Sicilias

Nace el 27 de abril de 1806 en Palermo. Sus padres fueron Francisco I de las Dos Sicilias y la infanta María Isabel de Borbón que era hija de Carlos IV de España y hermana de Fernando VII.

Tuvo una educación esmerada en su vida en Nápoles. Esta formación se basaba más en la cultural que en la política política, y toda su idea de política era que siempre tenía que haber un gobierno fuerte.

El marqués de Villa-Urrutia describe a María Cristina de la siguiente forma “era considerada Cristina como hermosa, no por la corrección de sus facciones, sino por el conjunto, según se puede apreciar en el retrato de don Vicente López, cuyo pincel, como el de Goya, no pecó de cortesano y lisonjero. Su cabello era castaño; los ojos, pardos, parecían negros a cierta distancia, y sin ser grandes resultaban expresivos y dominantes; la boca graciosa con propensión constante a la sonrisa; la frente proporcionada al rostro; la nariz más bien grande sin ser borbónica; el color blanco nacarado; los pómulos ligeramente rojos; las orejas menudas y  bien puestas, llamaron la atención de un marinero americano como las primeras que había visto verdaderamente bellas; el cuerpo airoso y esbelto; la figura de intachables líneas estructurales; los ademanes naturalmente distinguidos, y el aire siempre elegante, cualquiera que fuera el traje que vistiese, para paseo, campo, montar a caballo o recepción palatina. Cuando entró en Madrid, sin estar delgada, no era mujer de mucho volumen; pero al poco tiempo adquirió  su cuerpo ciertas líneas curvas, En España como en Oriente muy apreciadas, por el mayor relieve que dan a la hermosura femenina…”.

La banalidad del mal

El Lobo es el apodo de Michael Karkoc, un criminal nazi responsable de la muerte de al menos 44 hombres, mujeres y niños en 1944. También es un anciano de 98 años que sigue trabajando en su jardín de Minneápolis, donde vive desde que huyó de Ucrania al final de la Segunda Guerra Mundial y donde se le ha encontrado tras una investigación de la agencia AP.

De hecho, para sus vecinos y sus hijos no es ningún monstruo: ayudó a construir la rectoría de la iglesia ortodoxa a la que acudía y su peluquero pide que “le dejen morir en paz”.

No es la primera vez que sorprende lo que el psicólogo Roy Baumeister llama “la desproporción entre la persona y el crimen”, ni la primera vez que nos preguntamos cómo es posible que alguien en apariencia normal, que se preocupa por su familia y por sus amigos, sea capaz de cometer crímenes atroces.

La banalidad del mal

¿Qué es el utilitarismo?

El tema de la cooperación internacional puede parecer un asunto económico o político, pero es, también, filosófico: “Los economistas pueden proporcionar información acerca de cómo ayudar más -explica Peter Singer a Verne-, pero tienden a evitar conversaciones sobre cómo deberíamos vivir. Son los filósofos quienes, desde Sócrates, han discutido esta cuestión, animándonos a examinar nuestras vidas y a reflexionar sobre nuestras elecciones a la luz de nuestros valores”.

En la historia de la filosofía ha habido grandes corrientes éticas. Por ejemplo, las teorías basadas en el deber (o deontológicas) creen que hay que respetar ciertas obligaciones y derechos con independencia de sus efectos. El principal exponente sería Immanuel Kant, con su imperativo categórico (una de sus formulaciones es "obra solo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal").

El punto de partida del consecuencialismo es el opuesto: esta corriente opina que la moralidad de nuestros actos depende solo de sus consecuencias. Peter Singer se define como utilitarista, que es una corriente consecuencialista que inició Jeremy Bentham (1748-1832) en su Introducción a los principios de moral y legislación. Se basa en el principio de mayor felicidad: el interés de la comunidad consiste en la suma de los intereses individuales y “la acumulación de placeres individuales aumentará la felicidad de todos, que es el objetivo final”, como resume Victoria Camps en su Breve historia de la ética. Es decir, la justicia se mide por sus resultados, sin que sea necesario recurrir a derechos o deberes.

Ayudar a los demás no es una opción, sino una obligación

Voy por un parque y veo que una niña ha caído en un estanque y se está ahogando. No hay nadie más: ni sus padres, ni un cuidador, ni ninguna otra persona. ¿Debería salvar a la niña? Me voy a mojar, probablemente me destrozaré los zapatos y tendré que cancelar una cita que tenía justo después, pero nadie puede negar que es mi obligación intentar salvarla porque ninguna de estas cosas tiene importancia en comparación.

Ahora pongamos que recibo una carta que me pide un donativo para salvar la vida de una niña que vive en otro continente. Si decido que necesito ese dinero para comprarme un chaqueta, casi todo el mundo pensará que no estoy haciendo nada malo, aunque tampoco nada bueno.

Sin embargo, para el filósofo australiano Peter Singer, autor de este dilema moral, estos dos ejemplos son iguales. Según escribe en Ética práctica, “si está en nuestro poder prevenir que algo muy malo ocurra, sin sacrificar nada que tenga una importancia moral comparable, deberíamos hacerlo”.

Esto no solo se aplica a niñas imaginarias que se están ahogando frente a nosotros: también a todas las situaciones “en las que podemos ayudar a alguien que vive en la absoluta pobreza”. Es más, “ayudar no es, como se piensa convencionalmente, un acto de caridad elogiable, sino algo que está mal no hacer”.

¿Para qué sirve la filosofía?

¿La filosofía es inútil? ¿Es poco más que un pasatiempo sin aplicaciones prácticas? Parece que los legisladores españoles creen que sí: la asignatura ha perdido horas de clase en el instituto y solo será obligatoria en 1º de Bachillerato. Los estudios universitarios en esta materia tampoco pasan por su mejor momento: la tasa de paro se acerca al 30%, en un momento en el que estudiar cualquier carrera universitaria se ve casi en exclusiva como un paso hacia la incorporación en el mundo laboral.

En este contexto, ¿merece la pena estudiar filosofía o es mejor dedicar más horas a otras asignaturas?

Algo más que una salida profesional

"No podemos supeditar nuestra relación con el conocimiento a nuestra salida laboral", afirma a Verne la filósofa Marina Garcés, autora de Fuera de clase. En su opinión, las preguntas "cómo queremos formarnos" y "en qué queremos trabajar" no tienen por qué tener una misma respuesta. Es más, que no coincidan la formación y el empleo que finalmente desempeñamos no es algo que les ocurra solo a los filósofos.

jueves, 1 de junio de 2017

Cuasicristal raro encontrado en un meteorito

Si ya de por sí es extremadamente raro encontrar un cuasicristal en la Tierra, todavía sorprende más encontrarlo en un meteorito ruso.

Eso precisamente es lo que les ha ocurrido al equipo de investigadores dirigidos por Luca Bindi, de la Universidad de Florencia (Italia). Y es que estos científicos aseguran haber descubierto un cuasicristal ultrarraro en un pedazo de meteorito de Rusia, siendo esta la tercera vez en toda la historia que se encuentra un material así en la naturaleza.

Podría sonar algo imposible (y de hecho, su estructura atómica fue descrita como “imposible” durante décadas), pero está claro que son bastante reales. El descubrimiento empezó examinando un diminuto grano de meteorito de la región rusa de Khatyrka, en el extremo oriente del país, hace cinco años. Ahora, los hallazgos han llegado a publicarse en Scientific Reports.