Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Quevedo hace una deificación o santificación del dinero, al que se tiene que humillar, como si se tratara de un rey o un dios. Supone una humillación social ante lo máximo y omnipotente. Para Quevedo, el hacer dinero “amarillo” se convierte en una enfermedad.
Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Tras el descubrimiento del nuevo continente y su posterior colonización y explotación, América se convirtió en el principal origen de los metales preciosos. El dinero tiene un origen exterior pero se gasta en España, principalmente en las campañas militares europeas que la Monarquía dirigía contra los turcos, los protestantes y los enemigos de los Habsburgo.
Quevedo nos comenta que viene a morir en España, en el sentido de que realmente los que mueren son los soldados de los Tercios, debido a estos compromisos.
Los Tercios, creados por Gonzalo de Córdoba, “el Gran Capitán”, en la primera mitad del siglo XVI, siguieron siendo en tiempos de Quevedo y hasta Rocroi, el ejército profesional de élite, dominador táctico-militar de los campos de batalla en toda Europa.
Aunque se ha creído que las riquezas de Las Indias se acumulaban en Sevilla, en la simbólica Torre del Oro, lo cierto es que Quevedo lo desmiente al decir que el dinero en realidad dónde se entierra es en Génova. La Monarquía estaba en deuda con numerosos banqueros genoveses, como los Spínola, los Centurione, los Strata, los Pallavicino, los Pichinotti y los Balbi. Ya desde Carlos I, el Imperio se encontró en permanente endeudamiento con estas familias de banqueros extranjeros.
Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
En esta estrofa, Quevedo nos indica la importancia del dinero. Quién lo posee, se hace importante e incluso posibilita la limpieza de sangre y una pureza de linaje. Con el juego de palabras “En las venas de Oriente, todas las sangres son reales”, que nos recuerda el lujo asiático, Quevedo piensa que en la sociedad en la que vive, el dinero limpia la sangre de la procedencia conversa mora o judía, que podía resultar muy perjudicial o antisocial para el ascenso en las estructuras de poder de la España de aquella época.
¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
En esta estrofa Quevedo se refiere al dinero como un elemento mágico. Blanca es lo puro. Sin embargo, en esa España, lo aparentemente o socialmente lleno de pureza tiene un fondo de suciedad. Pero el dinero limpia el honor y purifica la deshonra. Para el autor, el dinero lo puede comprar todo, hasta la virginidad perdida de la mujer.
Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Aquí para Quevedo, el dinero tiene la función de permitir el ascenso social, pues puede dotar de autoridad a quién no se lo merece, por razón de formación o por status para ello. En Castilla durante la primera mitad del siglo XVII, dos tercios de la población pertenecían a las clases privilegiadas, nobleza y clero. Algunos hidalgos que marcharon a América, regresaron con una autoridad artificial que procedía de la acumulación de riquezas durante su etapa vivida en las colonias.
Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
La última estrofa la podemos relacionar con un episodio de la vida del propio Quevedo, en su periodo de destierro tras la Conjura de Venecia. Concretamente cuando escribe “(el dinero/poder) al natural destierra”, porque las intrigas y traiciones en Italia hicieron de Quevedo un hombre desengañado, resentido y malicioso frente a la política. A los destinatarios de esta letrilla, sus lectores, Quevedo nos avisa diciendo que el dinero incluso “hace propio al forastero”.
Fuentes
Artículo: "Poderoso caballero es Don Dinero" Publicado en https://civitasdigital.wordpress.com/ por P.S.B. el 10/02/2011. Consultado el 24 Septiembre 2019.
URL: https://civitasdigital.wordpress.com/2011/02/10/poderoso-caballero-es-don-dinero/
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