viernes, 8 de noviembre de 2019

La regla de oro en las religiones

Casi todas las religiones, por más separadas que estén geográfica y temporalmente, comparten un sustrato moral de especial valor y de parecidos razonables. Es lo que podemos denominar como la “Regla de Oro” de cada religión.

Las semejanzas de estas reglas o principios giran en torno a la idea de reciprocidad, en su dimensión racional y espiritual. Existen ciertamente unos evidentes paralelismos que acercan a todas las religiones a una idea común, como queda patente en el hinduismo (Maha-Bharata 13, 115-22), en el budismo (Udana Varga 5, 18), en el judaísmo (Levítico 19,18), en el confucionismo (Analectas 15,23, Lun-Yu XV, 24) y en el cristianismo (Mt 7, 12, Lc 6,31, Evangelio de Tomás 6).



Las principales dificultades se ponen de manifiesto en torno al Islam. El Islam no suscribe la Regla de Oro. Lo más próximo a ese principio para los musulmanes se encuentra en el hadiz nº13 de los Cuarenta Hadices de Al-Nawawi. Pero es una fraternidad que no se extiende a todo el mundo. En cierto modo, con el Islam nos encontramos con el problema fundamental de los planteamientos éticos de cualquier secta, en la que sus intereses están por encima del discernimiento humano del bien y del mal, y que para favorecer los intereses de la secta, que es en lo que consiste ese bien supremo, todo es permisible, incluso la mentira y el asesinato. El fin se considera tan elevado que justifica los medios, una cierta similitud con las doctrinas que subyacen en todas las ideologías totalitarias.

En las naciones islámicas tampoco puede haber ateísmo en cuanto que la condición de persona se tiene en la medida en que se es creyente, de ahí que la pena de muerte se aplica a quién no es creyente y en consecuencia tampoco persona. Esto hace que la religión islámica sea muy potente en la difusión y expansión pues hace de todo musulmán un misionero cuyo objetivo es la conversión del mayor número de infieles. No es de extrañar tampoco que ciertos sectores fanáticos de esta (pseudo) “religión” se amparen en el ejercicio de la violencia para hacer operativa su “salvación”.

La idea de reciprocidad islámica difiere sustancialmente de la interpretación judía, cristiana o bahaíta. El judaísmo opera por vínculo sanguíneo y por tanto cerrado, mientras que en el cristianismo se opera por vínculo espiritual y universal que convierte a todos los hombres en hermanos y a su vez en hijos amados de un mismo Padre. La dimensión abierta y universal del cristianismo ha posibilitado un cierto grado de interacción con otras tradiciones de su entorno, e incluso indirectamente con otras muy distantes, como por ejemplo con el budismo, mediante la inclusión de Buda en el santoral católico como San Josafat, por vía de integración y transformación de la narración legendaria original al estilo cristiano. La vida de Siddhartha Gautama y sus enseñanzas, previa adaptación por autores cristianos, se interpretaron como sustancialmente compatibles con el Evangelio de Jesús, más allá de las diferencias doctrinales acerca de la salvación, iluminación o revelación.

En cuanto a la fe Bahá´í se puede afirmar que es una composición ecléctica y sincrética. Aunque el Islam considera esta fe como una herejía también adopta términos judíos y cristianos. Entra en relación con el cristianismo en cuanto que no agota la reciprocidad en una igualdad formal sino que apuesta por la preferencia por el prójimo, sea quién fuere.


Fuentes
ARticulo: "La regla de oro en las religiones" Publicado en https://civitasdigital.wordpress.com/ por P.S.B. el 23/Agosto/2012
https://civitasdigital.wordpress.com/2012/08/23/la-regla-de-oro-en-las-religiones/

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