lunes, 23 de julio de 2012

Gorgias de leontini

 Gorgias de leontini (Sofista y esceptico).
(Leontini, c. 487 - Larisa, c. 380 a.J.C.) Filósofo griego. La vida de Gorgias, nacido hacia 487 a.C. en Lentini, Sicilia (vivió 108 años en perfecta salud física), estuvo marcada por fuertes alternancias de éxitos y fracasos: viajó por toda Grecia ejercitando con gran éxito el arte retórico, acumuló una ingente fortuna económica y dirigió la formación de numerosos seguidores. Lo acompañó una merecida fama de dialéctico capaz de desarrollar razonamientos aplastantes para sostener opiniones muy alejadas del buen sentido y de los comunes valores; por ejemplo, que nada existe.

Los sofistas, literalmente los sabios, lo llamarón Gorgias. En Atenas de mediados del siglo V empezó a hacer del saber una profesión impartiendo, con gran escándalo de los filósofos, lecciones de retórica y elocuencia a los jóvenes de la clase dirigente que pretendían dedicarse a la carrera política. Dado que la prestación de servicios pagados estaba mal considerada por los ciudadanos atenienses de buena condición social, los sofistas fueron tratados con desprecio por la élite intelectual.
El relativismo cognoscitivo sostenido por los sofistas, según el cual no hay ninguna verdad absoluta sino sólo un enfrentamiento entre opiniones diversas, acabó por conceder una importancia extraordinaria a la retórica, el arte del discurso y de la persuasión.

En Gorgias, Pláton nos presenta al viejo retórico que, en la cumbre de la fama y de la gloria, se jacta con solemnidad y suficiencia de su habilidad como improvisador y exalta el poder maravilloso de la palabra, pero se niega a admitir que el justo pueda echar de menos el conocimiento de la retórica. Son después sus discípulos Polo y, sobre todo, Calicles, quienes, discutiendo con Sócrates, desarrollan con estricta lógica el indiferentismo moral implícito en la posición de Gorgias.

Su fama llegó al máximo cuando, enviado como embajador a Atenas por sus conciudadanos, para solicitar ayuda contra Siracusa, conquistó a sus habitantes con sus bellos discursos, con su palabra elocuente y persuasiva. Consiguió reunir tal fortuna con su enseñanza que se hizo levantar en Delfos una estatua de oro macizo.

Los discursos que nos han sido conservados son: un Epitafio, un Olímpico, un Pítico, un Elogio de los eleáticos, todos ellos en fragmentos. Nos queda, en cambio, el texto integro de los ejercicios sofísticos, el Elogio de Elena y la Apología de Palamedes. En ellos, Gorgias hace ostentación de su habilidad dialéctica. Respecto a la traición conyugal de Elena, que desencadenó la guerra de Troya, Gorgias demuestra con una fuerte vena de ironía la no culpabilidad de la imputada.

Su escepticismo queda expresado con toda firmeza en su escrito Sobre el no ser o De la Naturaleza, en sus tres célebres principios:

• «Nada existe.»

• «Si algo existiera, no lo podríamos conocer.»

• «Y, si lo pudiésemos conocer, no lo podríamos comunicar.»

 Lo que desconcertaba a los filósofos contemporáneos, y que Gorgias en realidad no se cuidaba de ocultar, era que él no creía en las tesis que sostenía; por el contrario: ante una simple petición era capaz de imaginar argumentos aptos para probar la tesis contraria, transformando lo verdadero en falso y viceversa. Como decir que no hay ninguna verdad absoluta e incontrovertible, sino sólo opiniones; no existe ningún lógos, ninguna explicación última e inopinable, sino sólo retórica: la persuasión, la seducción intelectual.

 La filosofia para Gorgias sigue cumpliendo una importante función orientadora y ayuda a los hombres a elegir las opiniones más útiles, más o menos adecuadas a la situación real.

No hay comentarios:

Publicar un comentario