Al
parecer, según nos ha llegado de Platón, Hipias fue un sofista
caracterizado por un conocimiento enciclopédico que fue acumulando a lo
largo de numerosos viajes y que abarcaban el campo de la astronomía, la
historia, la matemática, la poesía, la filosofía, la geometría, etc.,
así como los diversos estilos y formas de expresión, desde el discurso a
la tragedia, desde el ditirambo al texto que podríamos denominar
“científico”. Semejante compendio de conocimientos fue puesto por
escrito en su gran obra Synagogé .
En
su concepción más estrictamente filosófica hay que destacar que Hipias
trata el tema de la distinción entre physis y nomos decantándose, por su
parte, por la naturaleza. Ahora bien, esto no quiere decir que Hipias
conceda mayor importancia a cada uno de los individuos en su diferencia o
naturaleza particular, naturaleza propia que chocaría con las
convenciones sociales en función de cada cual, sino que Hipias destaca
la naturaleza común y subyacente a todos los seres humanos, más allá de
las desigualdades que hemos ido creando nosotros mismos con el paso del
tiempo (desigualdad en la riqueza, el status, etc.) pero que en nada se
corresponden con el fondo común de la humanidad.
Esta
visión de la naturaleza y de lo convencional repercute directamente en
el modo en que son tenidas en consideración las leyes humanas. Dichas
leyes no pueden pretender la universalidad y, en caso de ser necesario,
pueden ser modificadas. Existen, no obstante, leyes divinas que, como
puede ser el caso de la veneración a los dioses y el honrar a los
padres, se dan en todas las culturas y sí tienen pretensión de
universalidad, encontrándose por encima, o por debajo, de la cultura y
sus, podríamos llamarlas, ficciones.
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