El proceso de contacto al que se vieron sometidos los pueblos de Mesopotamia a lo largo de una historia de más de 5.000 años provocó que se produjera una fuerte mezcla de creencias y tradiciones culturales, que en lo religioso se tradujo en un fuerte sincretismo.
Por esta razón, resulta sumamente complicado abordar por separado la religión asiria, al hacerse difícil de definir como objeto de estudio, por lo que la tendencia es a abordar el estudio de la religión de manera unitaria, prefiriendo hablar de una religión asiriobabilónica. Es preciso, sin embargo, exceptuar algunos particularismos rituales, como la ceremonia del kizippu o manto del rey, que podía representarle en su ausencia; la celebración de las fiestas Akitu o el rito del rey sustituto utilizado por Asarhaddon.
Las creencias asirias tienen realmente mucho que ver con las formas religiosas elaboradas en Babilonia, que a su vez eran una reelaboración de la religión de sumerios y acadios
El Panteon
Los asirios tomaron buena parte de sus ideas religiosas de babilonios, quienes a su vez las habían recibido de sumerios y acadios. El panteón asirio era numeroso, pudiendo llegar hasta los 2.500 dioses, según una tablilla de Nínive. Las deidades eran tanto masculinas como femeninas y usualmente su aspecto era antropomorfo.
Los dioses asirios se agrupaban en tríadas y binas, a su vez subdivididas en numerosas familias, en las cuales cada individuo tenía sus propias características. El dios más importante era Assur, que ya aparece citado en las tablillas capadocias de Kanish. Con el paso del tiempo Assur fue elevado en él panteón asirio, convirtiéndose en una deidad de carácter nacional. Su prestigio fue de tal importancia que cuando se hizo la copia asiria del Poema de la Creación (o Enuma elish) en la época de Senaquerib, su nombre sustituyó al de Marduk, el dios central de tal poema.
Después de Assur se situaba la diosa Ishtar, probablemente su esposa, cuyo culto estuvo muy extendido. Diosa entre otras advocaciones de la guerra, se la adoró en templos como los de Araba-ilu (Arbelas), Kalhu, Nínive y, sobre todo, el de Assur, que compartía con su esposo. Aquí fue conocida con el epíteto de Assuritum (La asiria).
Marduk y su hijo Nabu, dioses babilonios, fueron incorporados con gran éxito al panteón asirio ya desde el siglo XIV, aunque en la época de Senaquerib la población reaccionó contra un culto que consideraba ajeno. Otros dioses muy venerados fueron Enlil, dios de las tierras; Ninurta, el hijo de Assur; Adad, dios del rayo y de la tormenta; Sin, el dios luna, señor de la sabiduría, el destino y los oráculos; Shamash, dios de la justicia, o Gula, diosa de los remedios.
Sacerdotes y culto
Los asirios no sólo incorporaron dioses babilonios a su panteón, pues incluso la manera de celebrarlos y adorarlos fue también foránea. El culto aparece regulado hasta en sus más mínimos detalles. En él, el rey es considerado el vicario del dios en la tierra (ishshiakum), participando en los cultos y ritos como shangu supremo (caso de la takultu o banquete sagrado).
Algunos soberanos, particularmente en época sargónida, intentaron llevar más allá su relación con lo sagrado, haciéndose venerar como dioses. Estos fueron Sargón II, Assarhaddon o Assurbanipal, por ejemplo.
Con respecto al estamento sacerdotal, existían diversos cargos y funciones. Sacerdotes y sacerdotisas, agrupados en colegios religiosos (erib biti, "los que entran en la Casa") estaban bajo la autoridad de un jefe (shangu) y un administrador (shatammu). Estos sacerdotes se encargaban de cuidar los templos, vigilar la desviación de la norma religiosa, organizar el culto, etc. Sus funciones incluían el cuidado de las estatuas de los dioses, tratadas como si fueran humanas, pues era necesario lavarlas, alimentarlas y vestirlas. También debían preparar las diversas ceremonias y fiestas, como las del Año Nuevo o Akitu, así como organizar las plegarias y sacrificios.
Aparte de los dioses del panteón, los asirios creían en seres sobrenaturales muy ligados a los fenómenos de la naturaleza. El conocimiento y control de estos seres o fuerzas dio lugar al desarrollo de prácticas adivinatorias, astrológicas, oraculares y onirománticas.
Los asirios se pensaban rodeados de una multitud de demonios causantes de calamidades y males, como Pazuzu -rey de los espíritus malignos del aire-; Lamashtu -devoradora de niños-; Labartu -demonio femenino causante de enfermedades-. Tambien imaginaban la existencia de seres benignos, de adscripción celestial, como Lamassu, Shedu, Utukku. Estos seres, volubles y caprichosos, debán ser contrarrestados mediante prácticas mágicas (shiptu) u oraciones (nish qati).
Tras morir, los asirios pensaban que el individuo iba a un tenebroso Más Allá (Arallu), gobernado por los dioses Nergal y Ereshkigal, auxiliados por otros seres infernales. Estas deidades nos son conocidas por los textos, así como también por la visión que de ellos tuvo un príncipe heredero llamado Kumma durante un sueño.
Fuente: http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/7620.htm
http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/7621.htm
http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/7622.htm
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