viernes, 14 de diciembre de 2012

La religión en Babilonia

En el Imperio babilónico la religión estuvo fuertemente asentada en la vida social y política, dado el carácter nacional y oficial del culto. No obstante, se puede considerar que existía una religión oficial y otra popular. La primera estaba bajo control del Estado y los principales templos, guardianes de la ortodoxia y la tradición en la que se sustentaba su propia razón de ser como instituciones. A grandes rasgos, podemos decir que la religión en Babilonia es heredera de los planteamientos sumerios y acadios y que se caracteriza por su politeísmo -manifestado en su complejo panteón-, antropomorfismo y sincretismo -acogiendo numerosas creencias y deidades de origen extranjero-.



La segunda manera de entender o vivir la religión, la popular, está muy alejada de la oficial. El individuo babilónico participa muy marginalmente de los cultos oficiales, con excepción de las celebraciones del Año Nuevo y el culto a Ishtar. Para el común de la población son más importantes sus dioses personales, así como el amplio conjunto de creencias mágico-religiosas en las que busca consuelo y remedio frente a la enfermedad o la acción de los espíritus malignos. Amuletos y ritos exorcistas fueron las principales herramientas utilizadas por el pueblo babilonio para combatir la enfermedad o la desgracia.

Dioses

El panteón babilonio comprende multitud de dioses, algunos de tradición propia, otros incorporados por contacto o herencia de otros pueblos, los de sumerios y acadios. Los teólogos se vieron obligados a manejar un amplísimo conjunto de dioses, que, según un recuento del siglo IX a.C., pudo llegar a los 65.000. La preocupación del hombre en Babilonia por su existencia en el mundo, la presencia constante de lo sagrado en la vida diaria y la comprensión de lo que le rodea le llevó a confeccionar relatos míticos como el Enuma elish o Poema de la Creación.

Los dioses se agrupaban en dos conjuntos, según adscripción fuera celestial -entonces eran llamados Igigu- o terrestre -Anunnaku-. Por encima de ellos estaba el dios de la ciudad de Babilonia, que se convirtió en la deidad nacional cuando fue constituido el Imperio y fue elevado a la categoría de dios principal del panteón. Progresivamente fue ganado en contenidos y adscripciones, de tal forma que fue llamado hasta de 50 maneras distintas y se le hizo protagonista del mito sobre el origen del mundo, el Poema de la Creación. Junto a él ascendieron en la jerarquía de dioses Zarpanitum, su esposa, y Nabu, su hijo.

Generalmente los dioses se agrupaban en tríadas. La más antigua era de carácter cósmico, y agrupaba a Anu, es decir, el cielo; Bel, la tierra y Ea, el agua. La siguiente triada tenía carácter astral, estando integrada por el dios lunar Sin, protector de Babilonia; el dios solar Shamash, deidad de la Justicia, y la diosa del amor y la guerra Ishtar, es decir, el planeta Venus.
Además de éstas otros dioses importantes eran Adad, deidad de la tormenta y la lluvia; Ninurta, de la guerra, la agricultura y la caza; Gibil, del fuego; Nergal, señor del Más Allá, en el que reina junto a Ereshkigal, su esposa, etc.

Además de en los dioses, los babilonios creían en la existencia de otros seres sobrenaturales, algunos positivos y otros negativos. Estos eran más numerosos y estaban divididos en siete clases. Se les representaba como a monstruos causantes de desgracias y enfermedades, como Lamasthu, cuya acción maligna provocaba la muerte de los niños, o los nefastos Utukku, los Etemmu y los Gallu. Para contrarrestar su acción se recurría al exorcismo y la magia, además de amuletos protectores.

Sacerdotes y templos

El centro de la vida espiritual en Babilonia y donde se adoraba a los numerosos dioses de su religión era el templo. Era éste un gran complejo que incluía varias estructuras: un recinto sagrado en el que se consideraba que vivían el dios y su esposa, hijos y familia divina; una cámara de los santos, un claustro y diversos edificios destinados a cumplir la función de almacén, vivienda de los sacerdotes, archivo, escuela, etc. Los templos babilonios seguían unas pautas similares a los sumerios, de los que eran herederos. Además de estas dependencias junto al templo había una gran torre escalonada o zigurat, que ha sido interpretada como un nexo de unión entre el mundo terrestre y el celestial.
Los sacerdotes o shangu estaban sujetos a la dirección de un gran sacerdote, llamado enum o makhkhu. El sacerdocio se dividía en un gran número de categorías, según las funciones que cada cuerpo debía realizar. Los trabajos que realizaban los sacerdote eran muy variados, e iban desde la enseñanza de la escritura hasta la realización de encantamientos, pasando por entonar cánticos, realizar purificaciones, etc. También existían sacerdotisas, gobernadas por la entum. Con funciones diversas y grados de especialización diferente, las sacerdotisas estaban muy relacionadas con la diosa Ishtar, de cuyo culto orgiástico se encargaban en ciudades como Uruk, Sippar y Babilonia.
Templo de la diosa Isthar en Ishchali. Reconstrucción
l templo de la diosa Isthar en Ishchali se encontraba asentado sobre una plataforma, de considerables dimensiones (101 por 67 m) y seguía en su disposición las plantas del anterior período neosumerio.

Fuentes: http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/7579.htm
http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/7580.htm
 http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/7581.htm
http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/obras/7518.htm

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