martes, 4 de marzo de 2014

Demóstenes (Habilidades y Obras)

 Carrera política

La figura histórica de Demóstenes ha sido objeto de opiniones encontradas y de distintas valoraciones a lo largo de los siglos.

Plutarco, por ejemplo, alaba a Demóstenes por su carácter. Rebatiendo al historiador Teopompo, el biógrafo insiste en que Demóstenes mantuvo "el mismo partido y dirección política que tenía desde un principio, los mantuvo constantes hasta el final; y estuvo tan lejos de abandonarlos mientras vivió que llegó a preferir dar su vida a traicionar sus principios". Por otro lado, Polibio un historiador griego del mundo mediterráneo, era muy crítico con las políticas defendidas por Demóstenes. Polibio le acusa de haber lanzado ataques verbales injustificados contra grandes hombres de otras ciudades, tildándoles injustamente de traidores a los griegos. El historiador mantenía que Demóstenes medía todo en función de los intereses de su propia ciudad, imaginando que los griegos deberían tener sus visión centrada en Atenas. Sin embargo, y según este historiador, lo único que los atenienses llegaron a conseguir gracias a su oposición a Filipo fue la derrota en Queronea, "y si no hubiera sido por la magnanimidad del rey y su cuidado por su propia reputación, sus infortunios habrían sido todavía mayores, gracias a la política de Demóstenes".
Paparrigopoulos ensalza el patriotismo de Demóstenes, pero le critica por ser corto de miras. De acuerdo a su crítica, Demóstenes debería haber entendido que los antiguos Estados griegos sólo podían sobrevivir unificados bajo el liderazgo del reino de Macedonia. Por lo tanto, acusa a Demóstenes de no haber juzgado bien los acontecimientos, los oponentes y las oportunidades, y de haber sido incapaz de prever el inevitable triunfo de Filipo. Le critica por haber sobrevalorado la capacidad de Atenas de revivir y de retar a Macedonia. Su ciudad había perdido a la mayoría de aliados en el Egeo, mientras que Filipo había consolidado su control sobre la región de Macedonia y controlaba una gran riqueza mineral.

Chris Carey, profesor de griego en la University College de Londres, concluye que Demóstenes era mejor orador que estratega y político, si bien también subraya que los "pragmáticos" como Esquines y Foción no tenían una visión lo suficientemente inspiradora como para rivalizar con la de Demóstenes. El orador pedía a los atenienses que eligiesen entre lo que es justo y honorable y lo antepusieran a su propia seguridad y a la preservación de la ciudad. La gente, por su parte, prefería el activismo de Demóstenes hasta el punto de que la agria derrota de Queronea fue recibida como un precio que valía la pena pagar en el intento de retener la libertad y la influencia sobre la península.

Por otra parte, según el también profesor de griego Arthur Wallace Pickard-Cambridge, el éxito es un pobre criterio para juzgar las acciones de la gente como Demóstenes, que actuaban motivados por el ideal político de la libertad. Filipo había pedido a Atenas que sacrificase su libertad y su democracia, mientras que Demóstenes intentaba revivir el brillante pasado de la ciudad. Buscaba revivir esos valores imperecederos y, por tanto, convertirse en un "educador de la gente".

El hecho de que Demóstenes luchase en la batalla de Queronea como un mero hoplita más, así como su huida del campo de batalla, indica que carecía de capacidad militar. Según el historiador Thomas Babington Macaulay, en la época en la que vivió Demóstenes estaba fuertemente marcada la diferencia entre los oficios políticos y los militares. Casi ningún político, con la excepción de Foción, era al mismo tiempo un buen orador y un general competente. Demóstenes era muy competente en el ámbito de la política y de las ideas, pero no en el de la guerra. El contraste, por otra parte, entre la capacidad intelectual de Demóstenes y sus deficiencias en términos de vigor, resistencia y conocimientos o habilidad militar, así como de visión estratégica se ilustra en la inscripción que sus conciudadanos pusieron en la base de su estatua:

    "Si hubieras sido para Grecia tan fuerte como sabio, los macedonios no la habrían conquistado".

Habilidad oratoria

De acuerdo a Dionisio de Halicarnaso, historiador griego y profesor de retórica, Demóstenes representa la etapa final del desarrollo de la prosa ática. Este autor afirma que Demóstenes reunió las mejores características de los estilos básicos; utilizaba habitualmente el estilo de tipo medio o normal y aplicaba el estilo arcaico y el de elegancia llana cuando era necesario. En todos y cada uno de los tres estilos era mejor que sus maestros especializados.

Demóstenes es considerado un orador consumado, adepto de todas las técnicas de la oratoria que utiliza de forma conjunta en su trabajo. En sus discursos judiciales iniciales, la influencia de sus primeros maestros es obvia, pero no enmascara su estilo marcado y original, que también aparece.

Según Harry Thurston Peck, perteneciente a la escuela clásica, Demóstenes "no incrementa el conocimiento; su objetivo no es la elegancia; no busca brillantes ornamentos; en raras ocasiones toca el corazón de la gente con suaves apelaciones, y cuando lo hace, produce sólo un efecto que podría mejorar cualquier orador de tercera clase. No tenía agudeza, gracia o vivacidad, tal y como nosotros entendemos estos términos. El secreto de su poder es simple, puesto que se encuentra esencialmente en el hecho de que sus principios políticos estaban ligados a su propio espíritu". En su juicio, Peck coincide con Jaeger, que dijo que las decisiones políticas inminentes imbuían los discursos de Demóstenes con un poder artístico fascinante.

Demóstenes era capaz de combinar mensajes escuetos con explicaciones extensas, armonizando con su cometido. Su lenguaje es simple y natural, no utiliza palabras extrañas o artificiales. Según Jebb, Demóstenes era un artista capaz de hacer que su propio arte le obedeciera. Por su parte, Esquines estigmatizaba su intensidad, atribuyendo a sus rivales hilos de imágenes absurdas e incoherentes.

Dionisio establece que el único punto débil de Demóstenes era su falta de sentido del humor, si bien Quintiliano veía esta deficiencia como una virtud. Sin embargo, la principal crítica que se ha hecho a Demóstenes parece que se ha apoyado principalmente en su negativa a hablar extempore; habiéndose negado a menudo a comentar asuntos que no se había estudiado previamente. En cualquier caso, dedicaba una elaborada preparación a todos sus discursos y, por tanto, sus argumentos son los productos de un estudio cuidadoso de cada asunto. También era famoso por su capacidad de sátira.

De acuerdo a Cicerón, Demóstenes veía la forma de entregar el mensaje (los gestos, la voz, etc.) como algo más importante que el estilo. Aunque no tenía la voz de Esquines, o la capacidad improvisatoria de Demades, utilizaba de forma muy eficiente su cuerpo para acentuar sus palabras, consiguiendo proyectar sus ideas y argumentos con una mayor fuerza. Sin embargo, dicha puesta en escena no era bien acogida por todo el mundo de la antigüedad: Demetrio de Falero y los comediantes ridiculizaban la "teatralidad" de Demóstenes, mientras que Esquines opinaba que Leodamas de Acarnas era superior a él.

Legado retórico

La fama de Demóstenes perduró a través de los siglos. Los estudiosos de la Biblioteca de Alejandría editaron cuidadosamente los manuscritos de sus discursos, y los colegiales de la antigua Roma estudiaron su arte como parte de su propio entrenamiento en retórica. Juvenal le aclamó diciendo que era largus et exundans ingenii fons (una larga y desbordante fuente de ingenio), Los discursos de Cicerón contra Marco Antonio también mencionaban las Filípicas.

Durante la Edad Media y el Renacimiento Demóstenes mantuvo una buena reputación por su elocuencia. Sus textos eran los más estudiados y leídos de todos los oradores antiguos, con quizás Cicerón como único competidor real. El autor y jurista francés Guillaume du Vair alaba sus discursos por su elegante estilo y artística composición; John Jewel, Obispo de Salisbury, y Jacques Amyot, escritor y traductor renacentista francés, ven a Demóstenes como un magnífico orador, incluso "supremo".

En la historia moderna, oradores como Henry Clay han imitado la técnica de Demóstenes. Sus ideas y principios sobrevivieron e inspiraron a personajes y tendencias políticas de nuestra época. Demóstenes constituyó una fuente de inspiración para los autores de los artículos federalistas (una serie de artículos defendiendo la ratificación de la Constitución de los Estados Unidos de América) y para los principales oradores de la Revolución francesa. El primer ministro francés Georges Clemenceau estuvo entre aquellos que idealizaron a Demóstenes e incluso escribió un libro sobre él. Por su parte Friedrich Nietzsche a menudo compuso sus frases de acuerdo a los paradigmas de Demóstenes, cuyo estilo admiraba.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los luchadores de la resistencia francesa se identificaron con Demóstenes, y dieron a Adolf Hitler el nombre de Filipo. Demóstenes se reconoció como el símbolo de la independencia y se utilizó como sinónimo de la resistencia contra la opresión tiránica. También constituyó una fuente de inspiración para escritores de la literatura moderna tales como Mary Renault o Orson Scott Card.

Por otra parte, la Demosthenian Literary Society, sociedad perteneciente a la Universidad de Georgia, recibe su nombre en honor a Demóstenes, siendo un tributo a su habilidad retórica y a la forma en que mejoró su habilidad oratoria.

Obras de Demósteles

Tradición manuscrita

Demóstenes probablemente escribió y publicó la mayoría de sus discursos. En la generación posterior a su muerte, los textos de sus discursos pervivieron en al menos dos lugares: la ciudad de Atenas y la Biblioteca de Alejandría. Durante este periodo Calímaco fue el responsable de crear el catálogo con todos los volúmenes contenidos en la Biblioteca. En ese catálogo, los discursos de Demóstenes fueron incorporados en el cuerpo de literatura griega clásica, catalogado y estudiado por los estudiantes del período helenístico. Desde entonces hasta el siglo IV, se multiplicaron las copias de sus discursos en un tiempo en que Demóstenes fue considerado el escritor más importantes en el mundo de la retórica, y cualquier estudiante de retórica necesitaba acceso a sus obras. Gracias a esto, los textos de sus discursos se encontraban en una buena situación para sobrevivir el tenso periodo entre los siglos VI y IX.

Los estudiosos han llegado a registrar 258 manuscritos bizantinos de los discursos de Demóstenes y 21 extractos. Las ediciones modernas de estos discursos se basan en cuatro de estos manuscritos:

    Venetus Marcianus 416, del siglo X, (denominado F), que incluye los 61 discursos que han pervivido. La edición de Aldine Press se basaba en tres manuscritos de la misma familia que F, aunque no el la propia F.
    Monacensis Augustanus 485, de los siglos X u XI, (denominado A), que incluye 44 discursos. Los omitidos son 12, 45, 46, 52, 60 y 61.
    Parisinus 2935, de los siglos X u XI, (denominado Y), que incluye 29 discursos (1-21, 23, 22, 24-26, 59, 61 y 60 en ese orden).
    Parisinus 2934, de los siglos X u XI, (denominado S) y considerado el texto más fiable por muchos estudiosos. Omite el texto 12 (Carta a Filipo) pero incluye los 60 discursos. Un facsímil del texto fue publicado en 1892-93, en París, por H. Omont.


Autoría

La autoría de al menos nueve de los 69 discursos se encuentra discutida. F. Blass cuestiona la autoría de los siguientes discursos: Cuarta Filípica, Discurso Fúnebre, Ensayo Erótico, Contra Estéfano y Contra Evergo y Menesíbulo. A. Schaefer considera que sólo son genuinos veintinueve, cuestionando la autoría de, entre otros, los siguientes: Respuesta a Filipo, Contra Leocares, Contra Estéfano y Contra Eubúlides. Friedrich Blass considera que hubo nueve discursos más que el orador escribió, pero que no han pervivido.

Prólogos

Bajo el título colectivo prooimia (o prooimia dēmēgorika), prólogos o preámbulos, se recopilaron cincuenta y cinco escritos. Eran prólogos de introducción a los discursos de Demóstenes, recopilados por Calímaco para la Biblioteca de Alejandría, y que fueron preservados en diversos de los manuscritos que contienen el texto de los discursos. Los textos varían bastante en longitud, si bien la mayoría son de alrededor de una página, o quizás algo menos. La mayoría de los prólogos no tienen relación alguna con los discursos que nos han llegado salvo cinco, que sí que hacen referencia a discursos promulgados por Demóstenes ante la Asamblea, si bien sólo tenemos diecisiete de sus discursos públicos. Los temas que surgen varían considerablemente, y no hay un orden aparente.

Estos prólogos posibilitan un mayor entendimiento de la actitud ateniense frente a su democracia, así como las reacciones e incluso las expectativas de la audiencia que acudía a la Asamblea. Calímaco creía que Demóstenes era el autor de los prólogos, al igual que Julio Pólux y Estobeo. Los estudiosos modernos están divididos: Algunos los rechazan, mientras que otros los consideran auténticos.

Cartas

Hay seis cartas escritas bajo la firma de Demóstenes, pero su autoría ha sido objeto de fieros debates. J.A. Goldstein considera las cartas como auténticas cartas apologéticas que fueron enviadas a la Asamblea ateniense y considera que, "ya tuvieran las cartas un origen espurio de propaganda o de ficciones retóricas, el objetivo del autor habría sido presentar una defensa de la carrera de Demóstenes, una autodefensa simulada". Las primeras cuatro cartas datan de la época del exilio de Demóstenes en 323 a. C., la quinta de su juventud, y la sexta de la época de la Guerra Lamiaca.

 Fuentes: http://es.wikipedia.org/wiki/Obras_de_Demóstenes
http://es.wikipedia.org/wiki/Demóstenes






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