domingo, 1 de diciembre de 2013

Metrocles e Hiparquia de Maronea


Fueron dos hermanos que provenían de una familia rica de Maronea. Metrocles tuvo desde muy temprano inquietudes filosóficas y gracias a que tenía bastante dinero pudo dedicarse a ello sin problemas. Fue discípulo de Teofrasto y luego también de Jenócrates.
Pero no se sintió satisfecho hasta que encontró a Crates y se hizo discípulo suyo y abandonó sus pertenencias. Fue conocido como un experto en la anécdota breve, con ánimo de memorizar y utilizar como guía.
Poco más se sabe de su vida, salvo que por su mediación, su hermana Hiparquia conoció a Crates del que se enamoró, pero al principio este amor no fue correspondido y ante esta situación le amenazó con suicidarse, al final y en contra de las normas sociales de la época mantuvieron una relación cínica, que incluía el mantenimiento de relaciones sexuales en público.

Hiparquia es una de las pocas mujeres filósofas de la antigüedad (pero no la única), y desde luego fue la única cínica. La dureza de tener que abandonar todas sus pertenencias, vestir el manto cínico, llevar una vida como la de sus compañeros y ser uno más no debió ser nada fácil, dadas las costumbres de la época. Sin embargo su relación con su Crates, parece que fue de los más cordial y compartían todo de igual a igual, incluido la filosofía. 

SE LES CITA:

1.- «Filósofa griega» de la secta de los cínicos (siglo iv antes de Cristo), hermana de Metrocles y esposa de Crates, es la única mujer a la que Diógenes Laercio dedica un capítulo, el séptimo del libro sexto (trata de los cínicos: Antístenes, Diógenes, Mónimo, Onesicrito, Crates, Metrocles, Hiparquia, Menipo y Menedemo). Este capítulo (adviértase que al final trata de Crates, dando lugar a confusiones), en su versión española dieciochesca, Los diez libros de Diógenes Laercio sobre las vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, traducidos de la lengua griega e ilustrados con algunas notas por D. Josef Ortiz y Sanz, Imprenta Real, Madrid 1792, tomo II, págs. 59-61, dice:

«Hipárchîa. [96] 1. Tambien Hipárchîa, hermana de Metrócles, se dejó llevar de los discursos de Crates. Ambos eran naturales de Maronea. Agradabale tanto la vida y conversación de Crates, que ninguna ventaja de sus pretendientes, las riquezas, la nobleza, ni la hermosura la pudieron apartar de su proposito; pues Crates era todas estas cosas para ella. Aun amenazaba a sus padres que se quitaría la vida si no la casaban con él. Finalmente, como sus padres rogasen a Crates que la removiese de su resolución, hizo éste cuanto pudo; mas nada consiguió. Sacó por último todos sus muebles a su presencia, y la dijo: Mira, este es el esposo; y estos sus bienes: consulta contigo misma; pues no podrás ser mi compañera sin abrazar mi instituto. Eligiolo ella al punto; y tomando su vestido, andaba con Crates, usando públicamente del matrimonio, y concurriendo ambos a las cenas.

[97] 2. Hallóse pues en un convite que dio Lisimaco, en que también estaba Teodoro el apellidado Ateo, al cual propuso el argumento siguiente: Lo que pudo hacer Teodoro sin reprehensión de injusto, lo puede hacer Hipárchîa sin reprehensión de injusta: hiriendose Teodoro a sí mismo no obró injustamente: luego tampoco Hipárchîa obra injustamente hiriendo a Teodoro. A esto nada opuso Teodoro, contentandose con tirarla de la ropa: pero ella no se asustó ni turbó como mujer, sino que como Teodoro la dijese:

Eres la que dejaste
La tela y lanzadera?

Respondió: Yo soy, Teodoro: te parece por ventura, que he mirado poco por mí en dar a las ciencias el tiempo que había de gastar en la tela? Estas y otras muchas cosas se refieren de esta Filósofa

2.- 1637 Gerónimo Fernández de Mata, Crates y Hiparchia marido y mujer, filósofos antiguos, Imprenta Real, Madrid 1637, [7]+ 65 h.

«El fue discípulo de Diógenes Cínico, hombre memorable por su austera vida, y tenaz continencia. Ni el oyente inferior al maestro en la observancia de costumbres, como en agudeza, y brevedad de palabras. Hiparchia desdeñando ejercicios de mujeres, diose a la Filosofía: tanto resplandeció en ella, que fue admiración de aquel siglo; hermosa tanto como pretendida en casamiento de ricos, y nobles mancebos de su edad. No los admite, pide por marido a Crates, cuya escuela cursaba. Intentan los parientes removerla del propósito, valiéndose del mismo, que la persuada. Viene a su presencia, representa su pobreza, y mire el dote que puede darla. Este es la dice, mostrándola unos libros. Hiparchia con generoso ánimo persevera en su propósito, y con Crates se casa. En públicas disputas venció a los mayores Filósofos de su tiempo, perpetua amante de tan pobre marido. Loable mujer, en quien estímulo de gloria hizo despreciar riquezas, no menos aptas a perderse por liberalidad extremada, que a marchitarse por avaricia encogida. [...] Hiparchia, y Crates, perdonad si en esta ficción nuestra vuestro nombre humillamos; mas como sabios no despreciareis el intento. Yo propongo modestia, si algo acertare os lo atribuyo, a mi los hierros; discurrid ahora.» (folios 1-2.).

3.- 1886 Zeferino González, Historia de la Filosofía, 2ª ed., Madrid 1886, tomo 1, páginas 218-219:

«b) Crates, natural de Tebas, fue el discípulo principal de Diógenes [...]. A pesar de su deformidad y pobreza, la ateniense Hiparchia, notable por su belleza, concibió una violenta pasión por Crates, con el cual se casó y vivió vida perfectamente cínica, y hasta enseñando también de palabra y por escrito la Filosofía de su marido. [...] Entre los partidarios de la escuela cínica aparecen también los nombres de Metroclés, hermano de Hiparchia, de Onesícrito, de Mónimo de Siracusa, de Menipo y de algunos otros menos importantes.

... (ver los demas en las fuentes indicadas)

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