miércoles, 1 de abril de 2015

Las persecuciones cristianas en la iglesia siriaca

Asclepiades (que escribió varios comentarios bíblicos) sucedió a Serapión y murió martirizado en 217 en la primera persecución de cristianos documentada en Antioquía. Le sucedieron Fileto (218-231) y Zebino (231-237), durante el cual el emperador Maximino Tracio desencadenó una gran persecución de cristianos. Afectó de pleno al obispo san Babilas, del que se cuentan varias leyendas (como que mandó al fondo del templo con los penitentes al emperador Filipo el Árabe- que tenía curiosidad por asistir a la Pascua- por haber cooperado con la muerte de su predecesor en la púrpura). El emperador Decio ordenó su decapitación en 250 por confesar su fe, junto a tres niños: Urbano, Pridiliano y Epolonio. Es conocido por ser el primer mártir cuyas reliquias fueron trasladadas para el culto, concretamente por el césar Constancio Galo en 351.

    "En defensa del hereje Novaciano (que negaba la posibilidad de recibir de nuevo en la Iglesia a los que habían abjurado en la persecución) y su secta de “puros”, condenados en un concilio romano, tuvo su sucesor Fabio (251-254) correspondencia con el papa Cornelio. Fabio murió antes de que se celebrase el sínodo regional que preparaba para apoyar al novacianismo. Su sucesor Demetrio volvió a la ortodoxia, pero fue llevado como trofeo a Mesopotamia por el rey Sapor de los persas cuando tomó Antioquía en 255. Durante varios años, en los que no se supo nada del obispo, parece que ejerció como vicario un tal Anfilóquio, del que nada se sabe. Finalmente, en 260, al llegar rumores de la muerte de Demetrio, fue elevado a la sede Pablo de Samosata".

 
Pablo era un intelectual y un político mundano, hábil en las relaciones personales y elocuente en la discusión; generoso con su dinero para ganarse amigos y vanidoso en su trato con los fieles. Gracias a esas cualidades había sido designado procurador de Antioquía, y posteriormente obispo. Había publicado doctrinas unitaristas de tipo modalista (Dios tenía tres manifestaciones, pero sólo una persona o prosopon) en una variante adopcionista (Jesús era sólo hombre que había sido “adoptado” por el Logos- nacido del Padre antes de la Creación- durante su bautismo, habitándolo en unión indisoluble pero no personal o hipostática), de la que se considera precursor, logrando amplia difusión en la región. Los obispos sirios analizaron su doctrina, y entre 260 y 268 convocaron tres concilios en Antioquía para refutarla. En todos ellos mostró su habilidad dialéctica para disimular sus enseñanzas como ortodoxas, y prometer enmendar sus heterodoxias, pero finalmente, en el Tercero (268), el presbítero Malquión (director de la escuela de literatura griega de Antioquía) logró elaborar una condena completa y documentada de las desviaciones de Pablo, y aprobar su deposición.

    "El final de Pablo de Samosata nos da una interesante pista sobre la primacía del papado en pleno siglo III. Al negarse a renunciar, los obispos sirios acudieron al de Roma, Dionisio, que aprobó las conclusiones del Tercer concilio antioqueno, nombrando en su sustitución a Damno (hijo del desaparecido Demetrio), sacerdote de vida irreprensible. Apeló Pablo al emperador Aureliano, que se hallaba en Antioquía en 272, y este, tras consultar con diversos consejeros, decretó que la sede correspondería “a aquel con quién tuviese correspondencia el obispo de Roma”. Finalmente, Pablo fue desalojado, pero no sin que sus corifeos sostuvieran sus enseñanzas y practicaran bautismos durante casi dos siglos. Destacó entre ellos el presbítero Luciano de Antioquía, hombre virtuoso y fundador de una escuela en la que enseñó una cristología que pretendía llegar a un compromiso entre el modalismo y el trinitarista subordinacionismo (el Hijo o Logos era un ser divino pero subordinado al Padre). En sus tesis, Luciano admitía la divinidad del Logos, pero creado por el Padre en el principio. Tuvo como alumnos a los posteriores cabecillas de la herejía arriana: Eusebio de Nicomedia, Maris, Teognis, y sobre todo su fundador, uno de los más conocidos heresiarcas de la historia, el libio Arrio de Alejandría, que convirtió al Logos en el primer ser creado pero ya no divino. El propio Luciano estuvo separado de la comunión con su obispo durante más de diez años".


Damno rigió ejemplarmente la Iglesia en Antioquía hasta 273, siendo sucedido por Timeo (273-282) y Cirilo (283-303). Durante el gobierno de este último, Luciano fue reconciliado tras arrepentirse de sus errores adopcionistas, y con él todos sus discípulos. Dejó para la posteridad una temprana revisión de la Versión de los Setenta basándose en el original hebreo, notable por su precisión textual, y que inauguraría la característica literalidad bíblica antioquena en oposición al alegorismo alejandrino. Elaboró un primer esbozo de canon bíblico neotestamentario muy usado en Siria y Asia Menor, que posteriormente san Jerónimo empleó con profusión para su Vulgata. Muchos le consideran el verdadero creador de la escuela teológica de Antioquía, claramente aristotélica frente al platonismo de la escuela de Alejandría.

    "Por aquellos años, el emperador Diocleciano desencadenó la última y más terrible persecución contra los cristianos, como enemigos de las tradiciones romanas. Fruto de esta fue apresado Luciano, y llevado a la corte, sita por entonces en Nicomedia de Bitinia. Allí fue sometido a tormento y privación de comida (en ocasiones le llevaban carne inmolada a los ídolos para que comiese), porfiando de continuo por confesar su fe en Cristo durante nueve largos años de encierro. Finalmente, fue decapitado el 7 de enero de 312, ya bajo el gobierno de Maximinio Daza, y se le venera como mártir".

Los obispos Tiranio (304-308) y Vitalio (308-313) pastorearon al pueblo en lo más crudo de la persecución en Siria y Palestina. Eusebio de Cesarea hace una recensión de las bárbaras torturas, mutilaciones, exilios y ejecuciones decretadas en los sucesivos edictos imperiales a todos aquellos que no sacrificasen a los dioses o a las estatuas del emperador deificado. Se destruyeron casi todos los templos, y hubo una larga lista de mártires, algunos de ellos posteriormente beatificados: Teodosia de Tiro, Domnino, Pánfilo de Cesarea… La curia antioqueana llegó a escribir a Maximinio en 312 pidiendo que se expulsase a los cristianos de la ciudad, a lo que este accedió.
Finalmente, la elevación del emperador de Occidente Constantino, hijo de una cristiana, permitió la firma conjunta con Licinio de Oriente, del Edicto de Milán en 313 d.C, que daba libertad de culto a los cristianos.

Para la Iglesia de Antioquía, no obstante, no hubo apenas respiro. Arrio, el alumno de Licinio, había obtenido éxito con sus tesis, sobre todo entre los intelectuales y teólogos, provocando una gran controversia entre los obispos y fieles. El conflicto estaba por llegar. Acababa la era de las persecuciones de los paganos, comenzaba la era de las divisiones dentro de la Iglesia.

Fuente:
http://infocatolica.com/blog/matermagistra.php/1405141032-la-iglesia-siriaca-i,"La Iglesia siríaca (I)" por Luis I. Amorós en infocatolica.com.

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