- Consiste pues la doctrina de Pirrón, según dice Enesidemo en su Introducción a la filosofía de Pirrón, en una denuncia de las apariencias o de las cosas pensadas en cualquier forma, en la que enfrenta todas a todas, y en esa contraposición descubre que presentan una dificultad y confusión enormes. (…) Las aporías respecto a los acordes de las cosas aparentes o pensadas que exponían se ordenan en diez modalidades, según las cuales los fundamentos de la creencia se muestran variables. Éstos son los diez «tropos» que plantean:
- El primero se refiere a las diferencias de los seres vivos en cuanto al placer, el dolor, lo dañino y lo beneficioso. Se deduce de él que no todos tienen las mismas representaciones sobre las mismas cosas y que de semejante conflicto se concluye el abstenerse de juzgar. Porque de los animales los unos nacen sin unión corporal, como los que viven en el fuego y el fénix de Arabia y los gusanos. Y otros nacen de un mutuo contacto, como los humanos y otros muchos. Así que los unos están constituidos de un modo y los otros de otro. Por eso también se diferencian en su capacidad de percepción, de forma que los halcones son de vista agudísima, mientras que los perros tienen desarrolladísimo el olfato. Conque es muy razonable que quienes tienen ojos diferentes reciban también representaciones diferentes. Así, por ejemplo, para las cabras el follaje de la vid es comestible, para el hombre es amargo; la cicuta es nutritiva para la codorniz, mientras para el hombre es mortal; el estiércol es comestible para el cerdo, pero no para el caballo.
- El segundo se refiere a los naturales e idiosincrasias de los hombres. Por ejemplo, Demofonte, el mayordomo de Alejandro, se calentaba a la sombra y se helaba al sol. Andrón de Argos, según cuenta Aristóteles, a través de la desértica Libia marchaba sin beber. Además el uno se siente atraído por la medicina, el otro por la agricultura y otro por el comercio. Y unas mismas cosas dañan a unos y benefician a otros. Por eso hay que abstenerse de juzgar.
- El tercero se refiere a las diferencias de los poros de los sentidos. Por ejemplo, una manzana se ofrece a la vista amarilla, al gusto dulce, y al olfato aromática. Incluso una misma forma se ve diferente según las diferencias de los espejos. De ahí se sigue que lo aparente no es más de un modo que de otro.
- El cuarto se refiere a las disposiciones individuales y a los cambios de perspectiva, en general, como salud y enfermedad, sueño y vigilia, alegría y tristeza, juventud y vejez, osadía y temor, necesidad y saciedad, odio y amistad, calor y frío, además de respirar o tener obturados los poros. Pues las percepciones parecen diferentes según el cómo de las disposiciones individuales. Ni siquiera los locos están en contra de la naturaleza. ¿Por qué lo iban a estar más ellos que nosotros? Pues también nosotros vemos el sol como fijo. Teón el de Titorea el estoico, mientras dormía, paseaba en sueños, y también el esclavo de Pericles en lo alto del tejado.
- El quinto se refiere a la educación, las costumbres y leyes, las creencias míticas, los acuerdos entre pueblos y las convicciones dogmáticas. En eso están incluidos los juicios sobre lo hermoso y lo feo, sobre lo verdadero y lo falso, sobre lo bueno y lo malo, sobre los dioses y sobre la producción y destrucción de todos los fenómenos. Lo mismo es para unos justo, y para otros, injusto. Y entre los unos es bueno, y entre los otros es malo. Así, por ejemplo, los persas no consideran extraño tener trato sexual con la propia hija; para los griegos es ilícito. Los maságetas, según cuenta Eudoxo en el primer libro de su Viaje alrededor de la tierra, tienen sus mujeres en común, los griegos no. Los de Cilicia se divierten con el bandidaje, los griegos en cambio no. Unos y otros creen en dioses diferentes. Y los unos creen en la providencia de éstos, y otros no. Al enterrar a sus muertos, los egipcios los embalsaman, los romanos los incineran, los peonios los arrojan a unos lagos. De ahí la abstención de juicio en cuanto a lo que es lo verdadero.
- El sexto se refiere a las mezclas y combinaciones, en el sentido de que nada se presenta de un modo puro por sí mismo, sino junto con el aire, la luz, la humedad, la solidez, el calor, el frío, el movimiento, las exhalaciones y otras influencias. Así la púrpura ofrece un color distinto al sol, a la luna y a la luz de una lámpara. Incluso nuestro color aparece diferente al mediodía y cuando el sol se pone. Y la piedra que en el aire es alzada entre dos, en el agua se levanta fácilmente, ya sea porque aunque es pesada de suyo el agua la aligera, o ya porque siendo ligera la hace pesada el aire. Desconocemos en efecto lo que es cada cosa por sí misma, como el aceite en el perfume.
- El séptimo se refiere a las distancias, tipo de posiciones, lugares y situación en los lugares. Según esta modalidad, los objetos considerados grandes parecen pequeños, los cuadrados redondos, los planos como con volumen, los rectos quebrados, los pálidos de otro color. Así el sol, a causa de la distancia, parece pequeño. Y los montes, desde lejos, nebulosos y lisos, pero, de cerca, abruptos. Además el sol parece diferente al levantarse y otro cuando está en el medio del cielo. Y el mismo cuerpo se ve diverso en medio de un bosque y en una llanura abierta. Y la imagen depende de cuál sea su posición, como el cuello de la paloma según hacia adonde se vuelva. Puesto que no es posible observar estas cosas fuera de todo lugar y posición, su naturaleza es ignorada.
- El octavo se refiere a las condiciones de cantidad, calor, frío, rapidez, lentitud, palidez y otras coloraciones de las cosas. Así el vino, tomado con moderación, vigoriza, pero en mayor cantidad, debilita. De igual modo pasa con la alimentación y lo demás por el estilo.
- El noveno se refiere a lo frecuente y a lo extraño y raro. Así, por ejemplo, los terremotos no suscitan asombro entre aquellos a quienes les ocurren de continuo; ni el sol lo suscita, porque se ve cada día. A este noveno modo Favorino lo considera octavo, y Sexto y Enesidemo, décimo. A su vez al décimo lo llama Sexto octavo, y Favorino noveno.
- El décimo se refiere a la interrelación de unas cosas con otras, como lo ligero con lo pesado, lo fuerte con lo débil, lo mayor con lo menor, lo de arriba con lo de abajo. Así pues, lo que está a la derecha no está a la derecha por naturaleza, sino que se concibe como tal por su posición frente a lo demás. Si se cambia esto, ya no estará a la derecha. De igual manera «padre» y «hermano» son correlativos, y el día está en relación con el sol, y todo lo existente, en relación a la inteligencia. Desde luego los objetos en relación son incognoscibles en sí mismos. Y éstos son los diez «tropos».
Fuente: http://auladefilosofia.net/2011/11/05/pirron-de-elis-360-270-a-c/
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